Museo Etnográfico Histórico de la Baja Valsesia (MEV)

La experiencia

El MEV, un museo en Romagnano para recoger testimonios de la civilización campesina: objetos y cosas, herramientas e instrumentos, de una vida de trabajo que tiene alma y que todavía nos habla de trabajo, sudor y sacrificios; personas que con una copa de vino han renovado el culto a la amistad y a la solidaridad; gente sencilla pero de gran dignidad y sabiduría». (Fernanda Renolfi, 1990).

Agarrar algo que se escapaba», para salvar un mundo, para preservar la memoria, la vida, la sabiduría de un territorio.

Estamos a principios de los años setenta y la maestra Fernanda Renolfi tiene las ideas muy claras. No está sola: a su lado está Adriana Prolo, su amiga de confianza, compañera de muchos paseos.

Por «su» Museo, el del Cine de Turín, luchó con uñas y dientes. Adriana es así: no sueña, planea… Y los proyectos pronto se convierten en acciones.

Así que las dos mujeres comienzan a recoger los objetos de ese mundo campesino aún tan vivos en sus mentes, para salvar su memoria. Pero no solo eso, todos los aspectos de la vida cotidiana entre el siglo XIX y principios del XX interesan a las dos mujeres.

Adriana colecciona juguetes y regala al Museo las muñecas con las que ella y sus hermanas jugaban en los ya lejanos días de la infancia. Para apoyarlos, Carlo Dionisotti, «el Profesor» estimado por todos, que regresó de Londres a su Romagnano.

Pero, ¿dónde colocar todos esos objetos? ¿Dónde montar un museo? Giuseppe Tinelli ofrece un edificio propio, una antigua casa de labranza, a tiro de piedra de Piazza Libertà en Romagnano. Es perfecto. No faltan amigos, colaboradores: los que ayudan a ordenar los espacios, los que traen objetos, los que cuentan y describen tradiciones, los que acogen y asisten al público.

En 1975 el Museo se abrió al público y fue una gran celebración. Comienza una aventura hecha de memoria, investigación, colaboración, pasión.

Para animar, apoyar y nutrir al grupo, Carlo Brugo, con su compromiso con la investigación histórica, su tenacidad y su amor por el Museo.

En 2006 el Museo encontró una nueva ubicación: Villa Caccia.

La encantadora Villa Antonelliana, propiedad del Municipio, resulta ser el lugar ideal para el inicio de una nueva etapa. Se eligió el ala este, que originalmente albergaba actividades agrícolas y este lugar permitió no solo la actividad del museo, sino también abrir el Museo a otras instituciones y asociaciones, inaugurar una oferta educativa para las escuelas, organizar eventos.

Desde entonces, el Museo ha estado en el centro de muchas actividades, que lo convierten no solo en un lugar donde se conserva y pone en valor el patrimonio etnográfico, sino en el que se cuenta todo un territorio.